viernes, 5 de febrero de 2010
EL ULTIMO TRABAJO - La Luz - IL:.y Pod:.Sob:.G:.Impt:.Gnral:. Franz Albert Ressel H
Con todo el respeto que se merece nuestro amigo Franz quiero agradecer el trabajo de mi Ex.V:.M:. Ronald Saucedo por regalarnos esta hermosa plancha...
Gracias Ronny , gracias Franz!
Para iniciar este Ilustre trabajo de nuestro muy Q:.H:. Franz Albert Ressel Hoffman, doy las gracias en nuestro V:.M:. de parte de la Familia de nuestro Q:.H:. y de forma muy especial a nuestra cuñada Eli, la cual me envió el mismo para darle un buen uso , el mismo que NO PUDO SER LEIDO por nuestro Q:.H:.
Opinamos con nuestro V:.M:. que el mejor uso que se le podía dar, es entregárselo a todos los QQ:..HH:. de “ Caridad y Tolerancia” en sus 25 Años de su fundación.
Hacer notar un detalle muy importante y es lo indicado al final del trabajo, la fecha. Dice Textualmente
Ultimo trabajo : VIII-IX 2009 . Nuestro Q:.e Ilustre H:. Sob:. G:.Insp:. Gnral:. Franz Albert Ressel Hoffman paso al O:.E:. el 03 de Noviembre del 2009.
QQ:. HH :.
Un poema famoso y muy antiguo Judío nos dice:
“... Hay estrellas cuya luz llega a la tierra cuando desaparecieron y ya no están. Hay personas cuyo recuerdo resplandece cuando ya no están entre nosotros. Estas luces que brillan en la oscuridad de la noche, son las que señalan al hombre su camino... “.
A :. L :. G :. D :. G :. A :. D :. U :.
S :. F :. U :.
LA LUZ
AXIOMA: Todo ser viviente busca la luz, los humanos, los animales y las plantas.
Frente a la vivencia del mundo actual es necesario no olvidar nuestro ‘ser interno’, nuestra vivencia anímica gobernada por la conciencia. No olvidemos que en nosotros existe un mundo interno que es tan vivo y evidente como el mundo externo. Pero este mundo interno solo nos será conocido si le prestamos la debida atención. Lo esencial para ello es que tengamos la conciencia viva de que este nuestro mundo interno existe.
El tener la vivencia existencial del conocimiento de si mismo, la conciencia de la propia individualidad moral es la visión intuitiva que conduce a la iluminación. Verse en relación verdadera frente a la Creación y sujeto al Orden cósmico. Entender que cada uno es parte de la comunidad humana sin la cual no puede realizar nada.
La luz diaria la consideramos tan normal que no nos preocupamos del porque de éste fenómeno. Sabemos que su origen se encuentra en el sol, pero una descripción más precisa escapa a nuestro conocimiento. . Partiendo de la experiencia sensorial de que la luz visible es la base de la vida de todos los seres: humanos, animales o vegetales ya al amanecer de la historia humana su presencia ha sido considerado una dádiva divina. El sol, pero también la luna y las estrellas se convirtieron en el símbolo de lo sobrenatural y un atributo de la Divinidad. Sobrenatural.
Su luz es el símbolo de fuerza creadora y fuente de vida. En sentido esotérico es manifestación de inteligencia y de energía cósmica. Siempre se encuentra asociada al Oriente
De acuerdo a las teorías más conocidas la luz es un fenómeno “ esencialmente más pristíno o elemental que cualquiera de los términos que pudiesen ser utilizados tratando de explicar su naturaleza”.
La luz es una realidad imposible de definir, y no se ha podido afirmar nada acerca de su verdadera naturaleza porque el resultado de las observaciones depende de la manera en que se han efectuado éstas. En la actualidad se piensa que la teoría corpuscular de Newton y la ondulatoria de Huygens son complementarias. Max Planck desarrollo la teoría cuántica que reconoce que la luz puede comportarse como una corriente corpuscular o también como una ondulante[1].
Por otra parte, el sol como principio de luz y de calor da realidad a las cosas y permite la orientación. Al amanecer disipa los sueños y hace que pierdan su carácter ominoso. El sol ha sido uno de los símbolos mas importantes en todas las culturas, habiendo sido divinizado por muchas de ellas, ya sea como personificación de la luz o como principio que infunde la vida. Su orto y su ocaso corresponden a la idea del renacimiento (“Sol Invictus”).
Para los Sumerios, los Egipcios y luego para muchas otras culturas el sol posee uno de los atributos divinos más importantes, el de ‘ver todo y por consiguiente él saberlo todo’.
Surya es el ojo de Varuna, dios supremo de la India, que en Persia es de Ahura Mazda (Ormuz). En Grecia Helios, el sol, representa el ojo de Zeus. En el Egipto es el dios Re. En el Islam el sol es el ojo Omnividente de Allah. Shamash, el que da luz y vida, es el ojo del dios solar de los semitas de Akkad (Babilonia).
Según M.Elíade[2] : “... el dios solar se puede decir que ha sido la última teofanía cósmica, que desapareció ante la expansión del monoteísmo judeocristiano”.
Por su eminente contenido esotérico me permito reproducir el versículo del Rigveda III, 62-10, que se denomina “Gayatri”:
“ Oh Tú, dorado sol de hermosísimo fulgor, ilumina nuestro corazón y sosiega nuestro ánimo, para que reconozcamos nuestra unidad con lo divino, el corazón del universo, y veamos la senda a nuestros pies, para transitarla hacia aquella lejana meta de la perfección, incentivados por tu propia radiante luz”.
En los países nórdicos (Alemania) y también en los Árabes, se dice “la” sol (femenino), mientras que la luna es “el” (masculino). En la China la fuente de luz y calor representa lo masculino (Yang), mientras que la luna es la esencia del frío y de lo femenino (Ying).
En el Diccionario Enciclopédico Masónico[3] se lee que: “Es interesante que la ‘tonsura’ de los clérigos de nuestros días, tomada de la que usaban los sacerdotes judíos, procede en línea recta de los persas, que la instituyeron como imagen del disco solar”.
El par opuesto a la luz es la oscuridad, que se define tácitamente como “ausencia de luz”. Por otra parte, la palabra 'tenebroso' se deriva de la palabra latina “tenebrae” que significa: Oscuro, cubierto de tinieblas, sombrío, falto de claridad, poco inteligible. De acuerdo a la mitología de los Súmeros la oscuridad es la imagen del caos, de lo impreciso y no existente. La oscuridad es la morada del mal, es el paraje del averno.
Donde no hay luz, no hay vida. Es por ello que, hasta hoy en día, en numerosas culturas los eclipses se consideran signos ominosos. Sin embargo, debemos recordar que la vida nace en la oscuridad: pues como abrigo protector recubre al emergente brote de la semilla en la tierra y al embrión en el seno femenino. Cuándo un niño nace a éste mundo se dice que la madre “dio a luz”, linda y singular metáfora por la cuál, con ancestral sabiduría, se da a conocer que ésta vida se inicia viendo la luz!
La alternancia de luz y oscuridad debe haber sido una de las vivencias más impactantes que debió experimentar el incipiente ser humano. Sin duda sigue siendo para el nuevo ser en el momento de su ‘alumbramiento’, cuando nace a este mundo. No es improbable que en lo más recóndito de nuestro subconsciente asociemos la claridad del día con el momento durante el cual, al nacer, la luz impacto en nuestra retina luego de varios meses de reclusión en la oscuridad del seno materno. Cabe observar que el hombre de las cavernas enterraba sus muertos en posición fetal, como queriendo reproducir su postura en el útero materno y siempre orientados de cara hacia el naciente, el lugar de donde proviene la luz.
También la oscuridad de la noche se considera ámbito de génesis porque de ella nace la aurora, así como el universo nació del la caos al hacerse la luz por voluntad divina. Concepto del cuál se llegó a definir una ‘metafísica dual’ de la luz [4], cuya manifestación más evidente se encuentra en la religión de Zoroastro, la permanente lucha de los ‘hijos de la luz’ contra los ‘hijos de las tinieblas’. O sea, la oposición entre Ahura Mazda y Ahriman.
El día y la noche son fases polares que representan facetas diametralmente opuestas y que implican el reconocimiento de una admiración reverente. Es por ello que en muchas culturas y religiones el orante se dirige al oriente para rezar y es un hecho que el emplazamiento de los templos y de las sepulturas por lo general se encuentra sobre el eje Este-Oeste.
La noche es lúgubre y llena de peligros, sugiere un sentimiento de impotencia. Mas aún, el dormir da paso a la experiencia onírica, durante la cual se insinúan los sueños, inmateriales e inexplicables, que conducen al ser a regiones o situaciones intangibles. De acuerdo a J.Campbell[5] “No hay duda que los humanos han soñado aún cuando fueron poco más que simios”, y citando a Géza Róheim: “no puede haber varias maneras ‘culturalmente determinadas’ para soñar, así como no hay dos maneras de dormir”.
Sin embargo, es indudable que la observación de las estrellas y de la luna durante la noche ha sido causa de asombro y curiosidad. Mas aún cuando el ser humano se percató de la coincidencia de los ciclos lunares con los fenómenos de la menstruación, de la gestación y del crecimiento vegetativo.
En lo que se refiere a la luna, recordemos que el ritmo de las fases lunares se utilizó mucho antes que el día solar para dar medida al tiempo. Los sacerdotes-astrónomos de Sumeria llegaron a determinar el tiempo de recorrido de la luna “con una diferencia de 0.4 segundos sobre la cifra dada en la actualidad[6] y calcularon la duración del año solar en 365,249 días.
Ya que las fases lunares, siempre repetitivas, pueden servir como medida objetiva del tiempo, fueron el punto de partida para la creación del calendario lunar, basado en el tiempo transcurrido entre un plenilunio y otro, creándose de ésta manera un mes de 28 días, que divididos entre cuatro daban la semana de siete días. Cada siete años se incluía una semana adicional para compensar las diferencias con el año solar. Este calendario lunar, utilizado en Babilonia por tres milenios, también se empleó en la China, en la India y en los países del Cercano Oriente. De acuerdo a M. Lurker[7]: “La luna se considera como la madre de los motivos míticos, ya conocidos desde la época glacial”.
Por otra parte, el ciclo lunar se refleja en numerosos fenómenos de la naturaleza, tales como la distribución de las lluvias y el movimiento de las mareas, así como con la obvia relación que tiene con la germinación y el crecimiento de las plantas o el ciclo menstrual y gestacional de la mujer.
El crecimiento y decrecimiento de la luna, hasta su virtual desaparición, se prestó para su comparación con el devenir de la vida: nacimiento, madurez y muerte. Habiendo sido, muy posiblemente, el origen de la mitología de la resurrección, evidente también en la germinación de la semilla luego de un período de descanso en la tierra.
En numerosas culturas la luna se asoció con el agua, en los países nórdicos el rocío se conceptuaba como la ‘leche de la luna’, que nutre todo lo vivo. En la China la diosa lunar, Heng-O, asociada a la lluvia, se representaba por una rana. Desde el paleolítico la luna se veneraba como la madre primigenia, imagen de la ‘Madre Tierra’, símbolo del milagro generador que representa la mujer. En la caverna de Laussel (Francia) se ha encontrado una figurilla femenina muy interesante de la época paleolítica (30.000 a.C.) que en una mano sostiene un cuerno marcado por 13 rayas verticales que, de acuerdo a J.Campbell[8], significan “el número de noches transcurridas entre la luna creciente y la llena”, o sea, una primera manifestación de registro del tiempo.
Es posible pensar que, a consecuencia del proceso de racionalización por el cuál atravesó el ser humano primitivo, y como expresión de su estado anímico, sus divinidades se originaron de la personificación de los fenómenos naturales. Las creencias y los temores a los poderes sobrenaturales dieron origen a los mitos, perpetuantes de los hechos ocurridos o imaginados y cuyos actores siempre fueron entes sobrenaturales o superiores. La necesidad de transmitir estos mitos dieron origen al ritual, que se mantuvo vivo gracias a su simbolismo. “Por lo general, los mitos se consideran narraciones sagradas y por consiguiente adquieren valor de historias verídicas e incuestionables”[9].
Personalmente estoy convencido que, debido al natural temor que le infundían al primitivo ser humano los fenómenos de su entono, éste trató de explicar lo desconocido como una consecuencia de fuerzas superiores que tenían poder sobre el. El filosofo Gambattista Vico (1.668-1.744) sugirió que la primera noción de divinidad se originó escuchando “La voz del trueno, que fue la primera sugerencia de una fuerza mas poderosa que la del ser humano”[10]
Siendo la luz el fenómeno más impresionante y el más importante para la vida en general, no sólo humana, es lógico suponer que su representación y su adoración fuesen la base para toda teogonía en la cuál el sol ocupase una posición como dios principal. Pero también la luna, reina de la noche, además de las estrellas que se impusieron como deidades precisamente porque representaban la luz. Bajo éste punto de vista resulta interesante estudiar la Cosmogonía en el conjunto de mitos que se recuerdan en muchos de los pueblos y culturas de éste mundo. Mitos por los cuáles se reconoce que antes de la Creación el mundo era “vacío y oscuro”. . Es interesante descubrir que todas las historias de la Creación, en casi todos los pueblos del mundo, están íntimamente relacionadas con la aparición de la luz. Su cosmogonía siempre se ha considerado como una consecuencia de las palabras: “Fiat Lux” (hágase la luz).
Las tinieblas representan lo desconocido, lo que no se ve no tiene valor porque es como si no existiese. La luz se convirtió en el símbolo de la verdad y del conocimiento porque todo el esplendor de la naturaleza perdería su Belleza si se extinguiese la luz. En la mitología de numerosas culturas ha jugado un papel muy importante la lucha entre lo ‘bueno’, representado por la luz, y lo ‘malo’, representado por la oscuridad
De acuerdo a Platón y Anaxagoras el universo precreado era “un ente primitivo sombrío, desordenado, informe e inmaterial”. Los socráticos lo consideraban “el abismo de la nada”.
En el Génesis leemos que: “...y la tierra era desolada y vacía, y reinaba la oscuridad.”
El Rigveda hindú describe el inicio de la creación con las siguientes palabras: “...había una gran oscuridad, y envuelta en ella un agua informe, el mundo de una nada vacío, oculto en el vacío”.
En el Antiguo Egipto se suponía que el ordenamiento cósmico se originó cuando Aton luego conocido como Re, dios del sol y padre de todos los dioses, emergió del caos y lo llenó de luz.
Los cantos rituales de los polinesios relatan que la tierra y el cielo nacieron de un vacío oscuro por aparición del dios Tane, que trajo la luz.
Don Juan de Betanzos (1551) relata que para los Incas: “en tiempos antiguos la tierra era oscura y vacía, en ella no había luz ni día”.
Estos pocos ejemplos nos llevan a la conclusión que gran parte de los mitos de la Creación asumen que el universo se originó a partir de un estado de caos, rodeado de oscuridad total que llegó a su fin por efecto de la luz (“genetrix lucis”).
Lo más extraordinario y realmente fascinante es que, hoy en día, los astrónomos y astrofísicos piensan que el universo se creó por una gran explosión de luz (“big bang”).
¿Será que la memoria ancestral y arcana grabada en las moléculas de nuestros genes recuerde ese origen luminoso por el cuál fue la luz la que dio origen a la creación y al orden universal? ¿Fue así que los pueblos ‘primitivos’ han reconocido en sus mitos que inicialmente hubo una luz primigenia y recién después el sol, la luna y las estrellas?
La luz ocupa un lugar preeminente en el pensamiento masónico. Su presencia se solicita, se insinúa y se manifiesta en casi todos los grados; es ella la que ilumina el sendero hacia la cognición, hacia el conocimiento de las leyes del ordenamiento universal. Todo nuestro progreso no es más que una senda que nos conduce desde la oscuridad hacia la luz; La iniciamos como aprendices y como tales la seguiremos hasta el final. Para encontrar su camino, para no perderse, el Masón debe fijar su posición con relación al Oriente, es allí donde nace el sol y de donde proviene la luz. Fue la luz la que nos convirtió en iniciados creando ese sentimiento arcano y profundo que, siguiendo vivo en nosotros, hace que su simbolismo represente lo trascendente en la mística del Arte Real. Afirmamos que “vimos la luz”; personalmente prefiero referirme a ése augusto momento en el sentido de Husserl y digo:
Fuimos iniciados porque tuvimos vivencia de la luz.
H.Kessler[11] nos dice: “Ya que nosotros, los Masones, si bien no somos moralistas pero si esotéricos, a la vez que metafísicos de la luz y en ese sentido iluminados, transitamos por el camino del compañerismo y de la comunidad fraternal, colmando nuestro mundo conceptual y simbólico con luz, amor y vida, que son medios suficientes para actuar como sillares en la construcción de nuestro Templo. Por lo cuál cada persona normal, que de veras se esmera, adquiere la oportunidad de conocer el Arte Real”.
Buda [12]dijo: “El que sigue por los Nobles Caminos es como el que entra en una habitación oscura con una antorcha en la mano. La oscuridad huye y todo se llena de claridad... tiene en la mano la Luz de la Sabiduría y ahuyenta con ella la oscura tiniebla”.
“La oscuridad es la carencia de la Luz de la Sabiduría”.
† Franz A. Ressel H.
Ultimo trabajo : VIII-IX 2009
Leída en fecha 04 de Febrero del 2009
Ex - VM:. Ronald Saucedo Maillard
[1] Franz A.Ressel H.: “Büsqueda de los Orígenes de la Simbología Masónica”
[2] M.Eliade: “A History of Religious Ideas”
[3] L.P.Frau Abrines y R.Arus Artderiu
[4] Herberet Kessler “Das Offenbare Geheimnis”
[5] J.Campbell: “Primitive Mythology – The Masks of God”
[6] C.W.Ceram: “ Goetter, Graeber und Gelehrte”
[7] M.Lurker: “Woerterbuch der Symbolik”
[8] J.Campbell: “Transformations of Myth Trough Time”
[9] Franz A.Ressel H: “Búsqueda de los Orígenes de la Simbología Masónica”
[10] Franz A Ressel H: “Búsqueda de los Orígenes de la Szimbología Masónica”(pag 230)
[11] H.Kessler: “Die Symbole des Lichts”
[12] Las Enseñanzas de Buda