domingo, 2 de marzo de 2008

La Tradicion

Sobre la tradición:
La Masonería como Institución iniciática tiene necesariamente una relación con la tradición.
¿En qué sentido? La Masonería especulativa o moderna nace como fruto de una evolución histórica y vinculada por lazos de auténtica filiación a las Corporaciones y hermandades de Canteros libres. La Masonería es por lo tanto, "heredera", y el masón se incorpora a una herencia que se transmite, en un sentido moderno desde 1.717, pero en cierto sentido, digamos simbólico o espiritual, desde tiempo inmemorial. Esta condición tradicional del método masónico rompe con cualquier tentación "adánica" (Ortega) y coloca al iniciado en la obligación preliminar de "hacerse cargo" de su condición de heredero, y para ello debe tomarse en serio las "respuestas" que han dado los que le han precedido, para de ese modo averiguar las preguntas que los hermanos que le han precedido han tenido que responder. De ese modo, sabe también el iniciado que sus respuestas serán atendidas y consideradas con la misma actitud de comprensión; que los iniciados que le sucedan también se "harán cargo" de sus respuestas y averiguarán las preguntas que se vio obligado a responder. Esa obligación de hacerse cargo evita la ridícula tentación de estar descubriendo Mediterráneos constantemente, y permite al iniciado disfrutar el derecho a la continuidad, siguiendo "la obra" en el nivel en que se encuentra, no desperdiciando el trabajo de los que le precedieron y permitiendo así la continuidad del esfuerzo de los que han de seguirle.
La "metáfora" de la construcción es esencial a la Masonería, y sin ese impulso constructor que alienta en todo lo humano no podría entenderse la Universalidad geográfica (sincronía) de la Masonería y su intemporalidad (diacronía).
Este carácter sincrónico de la tradición masónica me permite servirme de esa misma "metáfora paradigmática" en cualquier lugar del Planeta, variando los elementos de construcción, y así comprender emocional y simbólicamente los esfuerzos de otros hombres y otros pueblos; y ese carácter diacrónico me proyecta simbólicamente con una particular emoción, a otro tiempo, por ejemplo, contemplar una catedral megalítica, como Stonehenge como una verdadera obra de masonería. Tradición, en este contexto no se indentifica con el sentido tradicionalista y normativo del neo-tomismo, por ejemplo de un A. MacIntyre, aunque sí pude entenderse según la definición general de tradición que ha elaborado este mismo autor: "Una tradición es un razonamiento extendido a lo largo del tiempo en el que ciertos acuerdos fundamentales se definen y redefinen en términos de dos tipos de conflictos: los que tienen lugar con críticos y enemigos externos a la tradición, que rechazan todas ó casi todos los elementos de los acuerdos claves, y aquellos otros debates internos e interpretativos por medio de los cuales se llegan a expresar el sentido y el motivo (rationale) de esos acuerdos fundamentales y en el progreso de los cuales se constituye una tradición"20. Hay tradición en Masonería, pero no implica necesariamente "tradicionalismo" al estilo propuesto por MacIntyre, precisamente porque a diferencia de la tradición propuesta por este, forma parte de los supuestos de la tradición ilustrada su insistencia en su valor metodológico, su consideración instrumental y "mediata" y no sustancial e "inmediata". Sin embargo es valiosa, a mi juicio la recuperación del concepto de tradición que hace el autor escocés, que la compara con la racionalidad de un arte : "Participar en la racionalidad de un arte requiere participar en las consecuencias de su historia, entender su historia como propia, y encontrar un sitio para uno mismo como personaje de la narración dramática representada que es esa historia hasta ese momento. El que participa en un arte es racional 'qua' participante, en la medida en que se ajusta a los mejores criterios de razón descubiertos hasta ese momento, y la racionalidad en la que de este modo participa se entiende siempre, por lo tanto, a diferencia de la racionalidad del modo enciclopédico, como una racionalidad históricamente situada, aún si aspira a una formulación eterna de sus propios criterios, lo que sería su forma final y perfeccionada, a través de una serie de reformulaciones sucesivas, posteriores y todavía por llegar".21 En efecto, la racionalidad genuina es una racionalidad circunstanciada, pero es que de acuerdo con la Enciclopedia, cabe reconocer una circunstancia universal en la condición humana que permite asimismo reconocer una racionalidad universal. Y en cuanto a lo de las reformulaciones sucesivas, forma parte de la idea misma de Enciclopedia e incluso del método científico. Es cierto que las diferentes "lecturas" del mundo no son ingenuamente traslúcidas entre sí, pero no hay una opacidad radical e insuperable entre ellas, ni entre las diferentes lenguas y cosmovisiones. Si no hay un lugar neutral desde donde superar todos los "puntos de vista", hay al menos una metodología "metastásica" para reflexionar sobre cada uno de ellos. Como el propio MacIntyre reconoce, hay una dimensión reflexiva en el pensamiento ilustrado, en la "tradición ilustrada" diría yo, que nos coloca de una manera no tradicional frente a la tradición.22

Volveremos sobre el contenido de esos valores en otro momento de nuestro trabajo; para lo que aquí nos importa bástamos destacar la existencia de esa antropología fundamental que, a pesar de su latitud, configura un fondo ideológico común, que es compatible con una pluralidad de caminos particulares, es más, que implica necesariamente un pluralismo, si bien con la pretensión de introducir en él una armonía "sinfónica", en la que se excluyen solamente aquellas cosmovisiones reduccionistas que predican un "imperialismo" dogmático. Esto lo han entendido bien los enemigos de la Masonería, cuya sola enumeración ya nos hace ver de qué lado se coloca la Masonería. Todos los totalitarismos la han perseguido y proscrito: el nacionalsocialismo, fascismo, falangismo, colaboracionismo petenista, dictadura franquista, integrismo católico-romano, comunismo, fundamentalismo islámico...

Sin embargo, y en virtud de la latitud (tolerancia) masónica, esa matriz de valores es compatible con formas no integristas de cristianismo, judaísmo, islamismo, y en lo político, tanto con el conservadurismo, como con el reformismo, siempre que sean democráticos, es decir, que se sientan vinculados de alguna manera al valor de la libertad: Churchill, Azaña, Martínez Barrio23, Companys24, Anselmo Lorenzo,25 Mendes France, Stressman, Franklin D. Roosvelt, Benito Juarez, Salvador Allende... son algunos políticos que desde diferentes perspectivas ideológicas han pasado por la iniciación masónica, sin que por ello queramos dar a la perspectiva política la exclusiva en relación con el valor de la libertad.

Otra característica de ese fundamento de valores es su carácter de "matriz"; es decir, su configuración como fondo de sentido, subsidiario al sentido personal, que puede desarrollar, según su propia búsqueda, cada masón. Esa subsidiariedad significa que todo masón puede limitarse a ese cuadro de valores, por ejemplo, en lo espiritual puede conformarse con el principio trascendente meramente regulador del G:.A:.D:.U:. ( Gran Arquitecto del Universo), como es mi caso en este momento, o bien puede, desarrollar una visión confesional del mismo, como fue mi caso en otro tiempo. Cada masón comparte esa actitud que Ortega y Gasset llamaría "perspectivista". La perspectiva es una categoría radical en masonería; fijémonos en el gran símbolo del triángulo con el ojo en su interior, que representa al Gran Arquitecto del Universo, ¿no es precisamente ese símbolo una representación gráfica de la 'perspectiva' por antonomasia? : "¿Cuando nos abriremos a la convicción de que el ser definitivo del mundo no es materia ni es alma, no es cosa alguna determinada, sino una perspectiva? Dios es la perspectiva y la jerarquía: el pecado de Satán fue un error de perspectiva. Ahora bien; la perspectiva se perfecciona por la multiplicación de sus términos y la exactitud con que reaccionamos ante cada uno de sus rangos. La intuición de los valores superiores fecunda nuestro contacto con los mínimos y el amor hacia lo próximo y menudo, da en nuestros pechos realidad y eficacia a lo sublime. Para quien lo pequeño no es nada, no es grande lo grande".26

Cada masón es consciente de la perspectiva de cada uno de los hermanos, dependiendo, entre otras cosas, de su lugar en el Taller. Este, se divide simbólicamente, como un microcosmos, en cuatro partes según, los cuatro puntos cardinales: Oriente, Occidente, Septentrión y Mediodía. De ahí también ese esfuerzo típicamente masónico de ver las cosas por los cuatro costados.


Volviendo a las palabras con que comenzábamos este epígrafe, podemos poner en relación estos tres aspectos por los que hemos definido, o al menos descrito, la Masonería: Orden iniciática, fratria, fundamento en valores comunes como libertad, tolerancia, fraternidad, trascendencia, secreto y tradición.

Estos caracteres explican o complementan la historia conocida de la Masonería, y su protagonismo en el advenimiento de la Modernidad, es decir, en la superación de los valores de absolutismo del Antiguo Régimen, en el desigualitarismo medieval, en el reconocimiento de los derechos del individuo, derechos que hoy forman parte de la conciencia colectiva general de la Humanidad, pero que en su momento fueron tachados de "libertades de perdición" y negados por eclesiásticos e incluso por Papas y como contrarios a la misma dignidad de Dios. Así es la Historia.
No es difícil encontrar el hilo conductor entre estos caracteres de la Masonería y la Modernidad; pero, al mismo tiempo, no hay nada en esos caracteres que limiten o reduzcan la Masonería a un fenómeno moderno, en un sentido histórico. La modernidad no es sino un 'momento' en el curso de la obra. Se trata de un momento imprescindible, que se integra en el conjunto, pero que será seguido de otros; no todo lo levantado por la modernidad podrá permanecer, sólo lo esencial; así por el ejemplo el reduccionismo utilitarista, y el 'desencantamiento' del mundo son algunos de los elementos que la nueva actitud post-moderna ha corregido: "La idea de un mundo profano, de un cosmos desacralizado, 'desmusicalizado', es un invento reciente - e ilusorio - del espíritu humano; es el gran equívoco de la tan traída y llevada modernidad. Bien está que el aparato estatal se haga laico, que se genere una ética civil y que la enseñanza se emancipe de las iglesias. Pero eso en nada tiene que ver con el supuesto ' desencantamiento' del mundo (...) Es precisamente el logos, y no el mito, el que nos devuelve a una realidad infinitamente misteriosa, velada, terrible y fascinante."27

La actitud iniciática es en realidad una 'complicación', es decir que introduce elementos de comprensión complejos y encima aumenta nuestro sentido de la responsabilidad. Es todo lo contrario del prosaísmo en el que se instalan, con todo derecho pero con poco provecho, muchos de nuestros conciudadanos, prosaísmo que tiene aparentemente muchas ventajas, pero que a mi juicio, a la larga es decididamente aburrido.: " El prosaísmo limita el horizonte de las vida. No se advierte que el utilitarismo, en todas sus formas, se queda en los medios, para conseguir algo, con olvido de los fines. Por eso se refugia en lo cuantitativo, elimina la variedad de contenidos y engendra lo que hoy es una de las amenazas mas graves que pesan sobre la humanidad: el aburrimiento. La facilidad con que en este tiempo se consiguen las cosas, es una causa del frecuente tedio. Y esa facilidad tiene dos orígenes bien distintos, pero que resultan convergentes: en primer lugar la abundancia de recursos, económicos, técnicos, sociales, en principio excelente ; por otra parte, la simplificación de las cosas apetecidas. Se desea muy poco, y eso poco se logra con gran facilidad."28

Encuentro en esta actitud iniciática una resonancia que me recuerda la ética y la ontología de Ortega y Gasset en su famosa y tantas veces incompleta cita: "Yo soy yo y mi circunstancia y si no salvo a ésta no me salvo a mí mismo" . Es una actitud de responsabilidad, de hacerse cargo de las circunstancias, de aquello que me rodea. Hacerse cargo de lo que está a mi alrededor, aunque sólo sea por amor propio, (filautia), porque "yo" me extiendo y me comunico esencialmente con la "circunstancia" mediante unos invisibles nervios y capilares, de tal modo que soy yo mismo el que estoy en juego en lo que me circunda ("circum-stare"). La "circunstancia", y no sólo esas "circunstancias" - en plural - en las que nos excusamos para hacer o no hacer alguna cosa ("¡chico, las circunstancias mandan!"), es, precisamente - en singular - lo que es una cosa conmigo mismo, por su conexión vital conmigo; en un sentido todo es circunstancia mía, y una actitud responsable es hacernos cargo de todo lo que es humano; "todo es uno" que dice el Budismo, y la "aldea global" en que los "media" han convertido el planeta me demuestra que los problemas de la Amazonía, o de Sudáfrica, o Rusia, inciden directamente en mi vida, tanto o más que los acontecimientos más cercanos.

El masón que aspira a la consciencia de iniciado asume necesariamente ese concepto de tradición, e incluye en su "circunstancia" el sentido del tiempo, lo que implica el sentido de la "altura del tiempo" (otra vez Ortega). Decía Chesterton que el sentido de la tradición puede explicarse con una metáfora: es como si de algún modo reconociéramos derecho de voto a los que nos han precedido, de tal modo que tomamos en cuenta sus decisiones y sus opiniones y las computáramos, junto con las de los vivientes y presentes. Es, por otra parte, bastante usual, hoy en día, hablar de la tradición en este sentido, v.g.: la "tradición ilustrada", la tradición del movimiento obrero, la tradición jurídica...; el concepto de tradición implica la vivencia de una memoria colectiva, la capacidad de acumular recuerdos, errores pasados, fórmulas ya ensayadas; en este sentido, el hombre es necesariamente un ser tradicional, se sabe continuador de algo preexistente, es como una persona que llega a una tertulia que ya está empezada, su primera necesidad antes de empezar a hablar es, precisamente, hacerse cargo del hilo de la charla, no entrar a hablar sin ton ni son. Esta es la condición típicamente humana; usando de una imagen propuesta por Ortega, el hombre a diferencia del tigre, cuando llega al mundo no es un Adán que debe descubrir todo por sí mismo; en cambio, todo tigre es como si fuera el primer tigre, ya que no cuenta con más información que la que lleva en su carga genética, de modo que al final de su vida de tigre sólo lleva como bagaje lo que por sí ha podido emprender, y nada de eso transmite a sus descendientes tigres.

De acuerdo con todo lo que hemos dicho hasta ahora, la "tradición" forma parte de la concepción que la Masonería tiene del hombre y del sentido de la obra que la metáfora masónica introduce en la actitud de sus adeptos. Sin embargo, se plantea aquí la necesidad de hacer una consideración explicativa respecto a la diferencia de valor que puede adoptar la idea de la tradición en varias de las corrientes vigentes en masonería. Dentro del ámbito de la Masonería, desde sus mismos orígenes ha habido, como no podía ser menos, tratándose de una empresa humana, diferentes sensibilidades que, por nuestra parte, vamos a defender como "complementarias" a pesar de que ellas puedan considerarse entre sí como "exclusivas".

La perspectiva de la complementariedad nos obliga a revalorizar en última instancia el "común denominador a las diversas manifestaciones de lo masónico: el factor constructivo, la metáfora de la construcción como elemento "suscitador", revelador de la condición radical del hombre como "homo faber" y el sentido de la "obra" como gran tarea de humanización del Universo. Pero vamos ahora a fijar nuestra atención en lo diferencial, vamos a dar oportunidad de manifestarse al momento de la dialéctica y de la oposición, para comprender las facetas del poliedro masónico, y de su complejidad.
La Masonería no es sólo un producto histórico, y por lo tanto, afectado por los avatares de lo humano: la historia; es además un fenómeno espiritual y se enraíza en esa difícil realidad de la "psique" humana; cala hasta lo más profundo del hombre, esa es al menos su intención, su sentido.
Como realidad espiritual colectiva es, además, más sensible a esa tensión dialéctica, a esa "conniuctio oppositorum" que late en todo lo espiritual, ese deseo de superar los contrarios, de alcanzar la unicidad absoluta. En el caso de la masonería esa tensión diferencial se puede explicar cabalmente en torno a la diferente actitud ante la idea de "tradición" que han adoptado las diferentes Obediencias masónicas.
En todo caso el sentido iniciatico de la tradición, ya sea en la versión mas tradicionalista de la Gran Logia Unida de Inglaterra, como en su versión mas liberal, como es el supuesto del Gran Oriente de Francia, implica una pretensión de permanencia que rompe la superficie de la Historia para intentar conectar con un venero mas profundo de lo humano.

Esa tradición como realidad intelectual, organizativa e histórica tiene su fundamento práctico y metodológico en la existencia de una forma específica de transmisión del Método Masónico.
Tendría que parece obvio, después de todo lo dicho que la Masonería no es un "ismo" , sino mas bien un método de especulación y de relación personal, no existe el "masonismo, sino la masonería,; carece en este sentido de unidad ideológica, y desde luego que no está estructurada orgánicamente como un grupo de acción, o una militancia, que imparta consignas o pueda proponerse objetivos políticos por muy legítimos y loables que estos sean, a parte de adherirse al principio general de la defensa de los Derechos Humanos.

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